
Érase una vez, una mujer que estaba recogiendo leña. Ella se encontró con una serpiente venenosa congelada en la nieve. Se llevó la serpiente y la cuidó hasta que recupero la salud. Un día, la serpiente la mordió en la mejilla. Mientras agonizaba, le dijó a la serpiente: "¿Por qué me has hecho esto a mí?" Y la serpiente contestó: "Mira, perra, tu sabías que yo era una serpiente."
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